Tu bebé y su microbiota: 7 consejos para mejorar su salud

By: Dra. Paloma Barrera // @Intestino.Sano

Pasaron los nueve meses y llegó el momento.  Desde su primer respiro, tu bebé se convertirá en el anfitrión de una comunidad de miles de billones de bacterias, hongos y virus que lo acompañarán como fieles aliados durante el viaje de su vida, moldeando aspectos esenciales de su salud futura.

Microbiota es el nombre que los científicos le dieron a esa comunidad de microbios. Tienen muchas funciones. Los que viven en el intestino, por ejemplo, participan en la digestión de alimentos, la maduración del sistema inmunológico y la producción de vitaminas, hormonas y neurotransmisores que contribuyen al adecuado desarrollo neuronal.

La microbiota de cada bebé es única, como una huella digital. Es una semilla que se formará durante los primeros tres años de vida a partir de factores dietéticos, emocionales y ambientales. Mientras más fuerte sea la semilla de microbiota, mejor podrá responder tu bebé a perturbaciones futuras, como al consumo de antibióticos, situaciones de estrés o a enfermedades.

¿Quieres lograr una semilla de microbiota fuerte en tu bebé? Sigue estas sencillas recomendaciones:

1. Consume alimentos ricos en fibra durante el embarazo y la lactancia.

El alimento favorito de las bacterias intestinales es la fibra. Una dieta rica en fibra permite tener una microbiota más rica y diversa en especies de microorganismos. También permite la formación de unas moléculas llamadas ácidos grasos de cadena corta, que ayudan a mantener en buen estado la barrera intestinal, disminuyendo el riesgo de enfermedades inmunológicas tanto para la mamá como para el bebé. La meta es consumir alrededor de 25 g de diferentes fibras al día, mediante una dieta variada y alta en plantas.

2. Disminuye las probabilidades de tener una cesárea.

Comencemos aclarando que algunas cesáreas son necesarias para salvar la vida de la mamá y/o la del bebé. Sin embargo, la cantidad de cesáreas ha incrementado en los últimos años. En México, dos de cada tres cesáreas son innecesarias.

Los bebés que nacen por cesárea lo hacen en un ambiente de esterilidad quirúrgica que puede alterar la microbiota del bebé por meses, incluso años. Esto aumenta el riesgo a desarrollar obesidad, alergias y diabetes tipo 1. En cambio, el nacimiento por vía vaginal permite que el bebé entre en contacto con los fluidos de la madre, que son ricos en bacterias benéficas que comenzarán a colonizar el intestino del recién nacido.

¿Qué puedes hacer si vas a tener una cesárea? Consulta a tu médico sobre la posibilidad de utilizar un hisopo para impregnar tus fluidos en el bebé.

3. Di SÍ a la lactancia directa del seno materno.

¿Sabías que la leche materna tiene su propia microbiota? Por muy sorprendente que parezca, la lactancia es un evento en el que se transfieren millones de bacterias del seno materno a la boca e intestino del bebé. Existen varias razones para que esto suceda:

  • La primera es que los microbios ayudan al bebé a digerir los más de 100 diferentes carbohidratos contenidos en la misma leche materna (HMOs), los cuales no podríamos digerir solos.
  • La segunda es que los microbios van poblando el tracto digestivo del bebé, protegiéndolo de infecciones por patógenos y contribuyendo a su maduración neuronal.
  • Los microbios también entrenan” al sistema inmune del bebé y disminuyen el riesgo de desarrollar enfermedades inmunes, diabetes y obesidad.

La leche materna tiene mayores beneficios cuando se consume directa del seno materno, que cuando se da en taza o biberón. Los bebés que fueron alimentados con lactancia directa tuvieron 70% menos riesgo de desarrollar asma. ¿Por qué es diferente? Se cree que es una cuestión hormonal y emocional, en donde disminuyen los niveles de cortisol y aumenta los niveles de oxitocina en la mamá, además de crear un vínculo emocional único madre-hijo.

Ninguna fórmula ha podido igualar los componentes de la leche materna, así que  ¡ánimo, mamás! Es un esfuerzo de meses que los protegerá toda su vida.

4. Dieta diversa, microbiota diversa.

La introducción de alimentos sólidos cambia por completo la microbiota del bebé porque es la primera vez que se expone a nuevos sabores, texturas, colores y por supuesto, nutrimentos.

Una dieta diversa, rica en plantas (verduras, cereales, frutas, semillas, nueces, entre otros) y colores, ayudará a que tu bebé forme una semilla de microbiota que también sea diversa. Rota los alimentos que consume porque comer siempre lo mismo no ayuda a su salud intestinal.

5. Ten una mascota en casa.

  • Los bebés que conviven con perros durante el primer año de vida tienen una microbiota más diversa y tienden a consumir menos medicamentos o tratamientos antibióticos.

6. Deja que se ensucie.

  • La naturaleza está repleta de microbios que ayudarán a fortalecer la microbiota de tu bebé (y la tuya también). Fomenta el contacto con la naturaleza y deja que tu bebé se ensucie un poco.

7. No te excedas con los medicamentos.

Los antibióticos han salvado la vida de millones de bebés y son necesarios, pero también se abusa de su uso. El consumo de antibióticos durante los primeros años de vida genera cambios importantes en la microbiota del bebé, que podrían aumentar el riesgo de desarrollar obesidad y diabetes en edad adulta.

Al final del día, cuidar la microbiota de tu bebé se reduce a controlar lo que puedes, y dejar ir lo que no. Antes de que te des cuenta, tus hijos estarán mordiendo los juguetes de otros niños, dando besos al perro y comiendo con las manos llenas de tierra; fortaleciendo su microbiota y su sistema inmune por sí solos.

Si quieres aprender más sobre estos temas, te invitamos a tomar la Certificación de Microbiota y Salud Intestinal impartida en el Instituto de salud funcional mente-cuerpo. www.isfmc.mx

Si deseas conocer el estado de tu microbiota intestinal para saber si está en equilibrio en pro de tu salud y la de tu bebé, hazte la prueba Healthy Gut que analiza el perfil completo de las bacterias que viven en tu intestino y te da recomendaciones personalizadas de alimentación, suplementación y hábitos sanos.

El estreñimiento crónico

by Lic. Regina Fernández de la Regata Gómez Palacio

El estreñimiento, un problema que se queda en el baño

El estreñimiento es un trastorno gastrointestinal que da como resultado evacuaciones de heces poco frecuentes, acompañado de complicaciones al momento de defecar, como las sensaciones de dolor y rigidez.

Es un problema más común de lo que muchos aceptamos. Se estima que la prevalencia a nivel mundial es del 16% en adultos (variando entre 0.7% y 79%), mientras el 33.5% se atribuye a adultos mayores de 60 a 110 años, por lo que algunos estudios epidemiológicos han asociado la alta prevalencia de estreñimiento con la progresión de la edad.

De las causas más comunes asociadas a esta prevalencia encontramos factores como: la dificultad para masticar correctamente, muchas veces provocado por prótesis dentales flojas o por la pérdida de dientes; un bajo consumo de fibra y dietas insuficientes; un escaso consumo de líquidos; inactividad física; enfermedades crónicas o, inclusive, por el uso regular de medicamentos.

Por otro lado, el estreñimiento es más común en mujeres debido a cambios hormonales que disminuyen los movimientos intestinales retrasando el vaciamiento intestinal.

Causas más frecuentes del estreñimiento:

  • Dieta: las dietas inadecuadas con baja o nula ingesta de alimentos ricos en fibra (como las frutas, verduras, cereales, leguminosas y semillas) disminuyen el peso de las heces, aumentan el tiempo de tránsito del colón y así, fomentan el estreñimiento.
  • Ingesta de agua inadecuada: el agua ayuda a la formación de heces más blandas, lo que facilita ir al baño. Cuando la cantidad de líquido es baja, el colon absorbe mayor cantidad de agua volviendo las heces más duras y secas, que generan dolor al evacuar.
  • Trastornos psicoafectivos: el estrés, la ansiedad o la depresión generan cambios significativos en el cuerpo que podrían modificar los hábitos de baño.
  • Inactividad física: varios estudios han sugerido que la actividad física tiene beneficios significativos para mejorar y prevenir los síntomas del estreñimiento. Por otro lado, se ha asociado a la inactividad física con un tránsito intestinal más lento.
  • Medicamentos: varios medicamentos causan estreñimiento como efecto secundario, por lo que es importante no automedicarse y pedir la opinión de un profesional.
  • Disbiosis en la microbiota: algunos estudios sugieren que la disbiosis intestinal puede causar estreñimiento, ya que el aumento o disminución de ciertas bacterias puede afectar la función motora del intestino.

¿Te identificaste con algunas de las causas por las que podrías sufrir de estreñimiento? ¡Acude a un especialista! No es normal tener estreñimiento y es importante hablarlo para poder tratarlo.

7 Hábitos que mejoran la diversidad de tu microbiota

Por Ceci de los Ríos

Rompiendo modas, cambiando esquemas de bienestar, abriendo posibilidades
para vivir mejor, el desarrollo del conocimiento entorno la microbiota humana
está renovando nuestro estilo de vida y la forma de abordar nuestra salud.

Sabemos que una alimentación adecuada es uno de los componentes más
importantes para el equilibrio de tus bacterias intestinales, pero no lo es todo.
Hay muchos otros hábitos necesarios para mantener, mejorar y recuperar el
equilibrio de tu microbiota.

1. Tomar agua. Además de hidratarnos, el agua ayuda a los procesos
digestivos y a la absorción de nutrimentos, lo que se puede reflejar en un
mejor ambiente intestinal.

2. Ensuciarse. Hace décadas, muchas personas vivían en granjas y el
campo, pero con el tiempo nos trasladamos gradualmente a las ciudades
y con ese movimiento hemos perdido mucha de nuestra diversidad
microbiana original. Para no perder la riqueza de especies en nuestro
cuerpo debemos fomentar el contacto con la naturaleza como un hábito
esencial.

3. El ejercicio al aire libre impacta positivamente la composición de la
microbiota intestinal. Estudios que han comparado la microbiota de atletas
con la de individuos sedentarios, indican que los primeros tienden a tener
una mayor diversidad y riqueza de especies. Además, se recuperan más
fácilmente después de sus entrenamientos. ¡El ejercicio no solo es bueno
para ti, también es bueno para la salud de tus microbios!

4. Apegarse a un horario. Todo tu cuerpo funciona con ritmos biológicos, lo
que se conoce como ciclos circadianos internos. Cuando tus hábitos respetan los                                                                                    horarios de luz y obscuridad, todo tu cuerpo se ve beneficiado. Tu microbiota                                                                                        intestinal también tiene un ritmo microbiano delicado que está regulado                                                                                                          por lo que las bacterias digieren y cuándo lo digieren. Cuando sigues un patrón                                                                                              de alimentación estable afecta positivamente tu metabolismo y el equilibro del                                                                                          sistema inmunológico.

5. Se ha demostrado que exponer a los niños a las mascotas domésticas
reduce las alergias y la obesidad. Esto se debe a que las mascotas
aumentan la diversidad del microbioma intestinal. ¡Eso quiere decir que
las mascotas aportan mucho más que solo una inmensa alegría!

6. Mejora el microbioma de tu hogar. No es de extrañar que descubramos
que los microbios del hogar también son importantes. Tu casa tiene un
microbioma, para mejorarla se pueden hacer cambios como evitar
productos de limpieza agresivos, obtener un filtro de aire, verificar si hay
moho, entre otros.

7. Dormir bien. La falta de sueño puede cambiar la composición de la
microbiota y afectar negativamente la salud. Pero es importante que no
solo duermas lo suficiente, sino que también tú sueño sea de alta calidad.

La intención de estos 7 consejos es que con detalles cotidianos puedas mejorar
tu calidad de vida.

Polifenoles: compuestos para una nutrición avanzada

Por: Regina de la Regata

Los polifenoles son compuestos naturales muy abundantes en las plantas y, por lo
tanto, comunes en alimentos como las frutas, las verduras, los cereales, la hoja de
té, el café y el vino. Se estima que sólo del 5 al 10 % de estas moléculas se
absorben en el intestino delgado, mientras que el resto (90 – 95%) se acumulan
en el intestino grueso para ser utilizadas por los microorganismos de nuestra
microbiota intestinal.

La evidencia científica sugiere que los polifenoles, conocidos también como
compuestos fenólicos, ayudan a disminuir el riesgo de varias enfermedades
crónicas, consecuente a los beneficios que aportan a nuestra salud:

· Antiinflamatorias
· Antioxidantes
· Anticancerígenas
· Antiadipogénicas (evita la formación de adipocitos o células de grasa)
· Neuroprotectoras
· Antidiabéticas

Algunos ejemplos de polifenoles son los flavonoides, el resveratrol, la
epicatequina, las procianidinas, el ácido cafeico, la quercetina, las catequinas, las
antocianinas, entre otros.

En un estudio se evaluaron diferentes grupos de alimentos para determinar cuáles
son los más ricos en polifenoles. Se encontraron altas concentraciones en
especias como el clavo, productos derivados del cacao, semillas, verduras,
bebidas no alcohólicas (como el café y el té), bebidas alcohólicas (como el vino,
especialmente el tinto) y ciertos aceites.

Los alimentos ricos en polifenoles suelen desarrollar colores intensos y producir en
la boca sensaciones amargas y/o astringentes (por ejemplo, la uva negra, la mora
azul, el kale, la berenjena y el cacao).
Te compartimos una lista de alimentos ricos en compuestos fenólicos para que
aumentes su consumo y logres los niveles de bienestar que deseas.

Alimentos ricos en polifenoles:

Condimentos u otros Semillas Verduras Frutas Cereales Aceites Bebidas alcohólicas
Comino

Canela china

Alcaravea o comino de prado

Canela

Perejil seco

Mejorana

Chocolate negro

Té negro

Té verde

Matcha

Frijol blanco

Soya

Nuez

Cacao

Café

Castaña

Avellana

Frijol negro

Almendra

Brócoli

Kale

Espárragos

Escarola

Lechuga de hoja roja

Zanahoria

Alcachofa

Espinaca

Cebolla morada

Chalote

Achicoria roja

Cebolla

Naranja Toronja

Grosella

Limón

Albaricoque

Nectarina

Membrillo

Pera

Uva verde

Bayas negras de saúco

Grosella negra

Aronia negra

Arándano

Cereza

Fresa

Mora

Ciruela

Frambuesa

Manzana

Granada

Uva negra

Avena integral

Centeno

Papa

Pan integral de centeno

Aceite de canola

Oliva negra

Aceituna verde

Vino blanco

Vino rosado

Vino tinto

cerveza

¿La microbiota puede mejorar el rendimiento deportivo?

Con una alimentación adecuada, además de aumentar los niveles de salud y bienestar generales, podemos optimizar y garantizar un máximo rendimiento deportivo (2). Hoy está comprobado que la microbiota intestinal, por ser un aspecto central para la nutrición, tiene efectos en el rendimiento físico dentro de las prácticas deportivas, y viceversa, el entrenamiento físico constante puede modular la composición y las funciones de nuestras bacterias intestinales. Pero ¿qué se sabe realmente hasta ahora?
Hagamos un breve repaso. La microbiota intestinal se define como el conjunto de microorganismos (bacterias, arqueas, eucariotas y virus) que colonizan el intestino (1) (2). Las distintas especies de estos microbios han evolucionado con nosotros durante miles de años, a partir de lo que se conoce como una relación simbiótica, un tipo de alianza biológica en la que diferentes organismos se benefician mutuamente (3).

Gracias a que la microbiota intestinal tiene la capacidad de responder a estímulos ambientales (como a la dieta y al ejercicio), se está empezando a explorar la relación entre los microbios del intestino y la actividad física, buscando con particular atención si los microorganismos pudieran contribuir al incremento del desempeño deportivo. No obstante, tengamos en mente que la era del microbioma está comenzando. Los estudios realizados en humanos, que integran microbiota, nutrición personalizada y rendimiento deportivo, todavía son muy pocos y en muchos casos presentan resultados ambiguos, probablemente como consecuencia del diseño mismo de los estudios y de las distintas metodologías de análisis disponibles (2). Aquí reunimos algunos temas que se están investigando y datos interesantes con mayor evidencia.
Primero, hoy se sabe que gran parte de los efectos en la composición de la microbiota, consecuentes a la actividad física, están vinculados a modificaciones en el peso, en el porcentaje de grasa corporal y en los niveles de glucosa, lo que sugiere que los cambios metabólicos pueden ser el medio a través del cual el ejercicio modula la abundancia de las distintas especies bacterianas, y no el ejercicio en sí.

En esta revisión, se identificaron algunos de los taxones bacterianos que responden al entrenamiento físico (2):

Lactobacillus – Aumentado
Bifidobacterium – Aumentado
Proteobacteria – Disminuido
Akkermansia – Aumentado
Turicibacter – Disminuido
Rikenellaceae – Disminuido

Sobre el cómo las bacterias pueden beneficiar al entrenamiento, se conoce que la producción de ácidos grasos de cadena corta (principalmente de butirato), lograda por la fermentación de algunos hidratos de carbono, aumenta la respuesta al ejercicio. Además, los ácidos grasos de cadena corta en sí tienen efectos positivos en el desarrollo de una masa muscular magra (2).

Otro tema interesante en investigación es la suplementación proteica. Aunque todavía no se tiene del todo claro el impacto directo de este hábito común en deportistas, lo que sí se sabe es que cuando en la dieta hay una ingesta excesiva de proteínas, estas pueden ser fermentadas en el intestino grueso y aumentar bacterias de los géneros Clostridium, Bacteroides y Proteobacteria, que al mismo tiempo producen metabolitos (como amoníaco, aminas, fenoles, sulfuros y ácidos grasos de cadena corta) que pueden impactar el metabolismo del atleta y su desempeño físico (2).

Entorno a los controversiales hidratos de carbono, la microbiota les da una nueva dimensión. No solo se trata de nuestra principal fuente de energía, sino también, los hidratos de carbono no digeribles por nuestro cuerpo, presentes principalmente en las plantas, representan una de las fuentes primarias de alimento para la microbiota intestinal. Este tipo de conocimiento debe contribuir a mejorar el abordaje de dietas que restringen el consumo de hidratos de carbono, aplicadas a deportistas. Por ejemplo, las dietas altas en grasas, como la cetogénica, no han demostrado tener una mejora en el rendimiento, que sea mayor o igual a la de una dieta alta en hidratos de carbono. Un hecho que pone en cuestionamiento los efectos de este tipo de alimentación sobre la diversidad de la microbiota de los atletas y por ende, en el rendimiento deportivo influenciado por las bacterias intestinales (2).

Todos estos datos nos dan una nueva pauta para el desarrollo de estrategias nutricionales más precisas y equilibradas que, a partir de adaptaciones en la composición de la microbiota intestinal, aumenten el rendimiento deportivo y el bienestar integral de atletas y deportistas en todo el mundo (2).
Nutriologa Regina de la Regata

@regina.delaregata

Fuentes:
Team G. Information About Gut Microbiota – Gut Microbiota for Health [Internet]. Gut Microbiota for Health by European Society of Neurogastroenterology & Moyility. 2021 [cited 12 January 2021]. Available from: https://www.gutmicrobiotaforhealth.com/about-gut-microbiota-info/
Hughes R. A Review of the Role of the Gut Microbiome in Personalized Sports Nutrition. Frontiers in Nutrition [Internet]. 2020 [cited 17 January 2021];6(191). Available from: https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fnut.2019.00191/full
Thursby E, Juge N. Introduction to the human gut microbiota. Biochemical Journal [Internet]. 2017 [cited 12 January 2021];474(11):1823-1836. Available from: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5433529/

Disbiosis: un desequilibrio peligroso para la salud

Hay cambios en la composición de la microbiota que rompen con el equilibrio entre las
distintas especies de bacterias, alteran la salud intestinal y pueden ser un factor de
riesgo para el desarrollo de enfermedades metabólicas muy graves.

Junto con los seres microscópicos que viven en nosotros, somos un ecosistema vivo,
integrado y fascinante. En particular si hablamos de las bacterias y microbios que
habitan en el intestino, los cuales forman un microcosmos sobresaliente por tener la
población de microorganismos más vasta y diversa de todo el cuerpo, y por aportar
una gran cantidad de beneficios a nuestra salud.

Las bacterias comensales de la microbiota intestinal, a las que también podríamos
llamar bacterias buenas o aliadas, se distinguen por cuidar de la barrera y homeóstasis
intestinales, pero también tienen la capacidad de sintetizar vitaminas esenciales,
transformar hidratos de carbono no digeribles en ácidos grasos de cadena corta, y
prevenir la colonización de bacterias patogénicas.

Pensando en sus funciones, ¿te puedes imaginar qué pasa cuando se rompe la armonía
entre estas comunidades de bichos? Te contamos.

Se desarrolla un estado conocido como disbiosis. Una condición de desequilibrio que
se da por cambios en la composición de la microbiota y que se caracteriza por tener
efectos dañinos sobre la salud. Los factores que pueden inducir a esta condición son:
infecciones severas, estados de inflamación constante, el tipo de dieta, la presencia de
xenobióticos (sustancias químicas ajenas al cuerpo), la genética de la persona y el
entorno en el que vive.

Estudios recientes han investigado cómo una disbiosis puede estar implicada en el
desarrollo de desórdenes gastrointestinales (diarrea, incontinencia, constipación,
indigestión sin causa aparente, náuseas, alteraciones en la percepción de saciedad), en
la manifestación de condiciones crónicas como síndrome de intestino irritable (SII),
dispepsia funcional y enfermedad intestinal inflamatoria (EII), y en el aumento del
riesgo a desarrollar enfermedades como diabetes tipo 2, obesidad, enfermedad celiaca
y cáncer colorrectal.

Si la disbiosis es causa o efecto para estas condiciones, todavía resulta un enigma. No
obstante, se están haciendo cada vez más esfuerzos para entender a profundidad las
vías mediante las cuales los microbios interactúan con nuestra fisiología y
metabolismo, lo que arroja una luz alentadora para la gestión de terapias de salud
preventiva, dirigidas a la modulación de la composición de la microbiota y al cuidado
de su equilibrio.

Eubiosis: toma el equilibrio en tus manos
La microbiota se adapta a su entorno y, en consecuencia, resulta favorablemente
susceptible a tu estilo de vida. Entonces, así como su composición puede modificarse
hasta llegar a una disbiosis, también puede modularse, mediante alimentación y
hábitos, hacia un estado de equilibrio ideal conocido como eubiosis.

El principio de todo cambio radica en la voluntad para hacerlo y en el conocimiento
que poseas para llegar a él. Una idea que aplica al cuidado de tu microbiota.
Mientras más conozcas sobre las necesidades de los microorganismos que viven en tu
cuerpo, podrás tomar medidas de salud más precisas, que te permitan prevenir
enfermedades y aumentar tu calidad de vida.

FUENTES:
– Levy, M., Kolodziejczyk, A., Thaiss, C. et al. Dysbiosis and the immune
system. Nat Rev Immunol 17, 219–232 (2017).
https://doi.org/10.1038/nri.2017.7
– Singh R., Zogg H., Wei L., Bartlett A., Ghoshal U.C., Rajender S., Ro S. Gut
Microbial Dysbiosis in the Pathogenesis og Gastrointestinal Dysmotility and
Metabolic Disorders. J Neurogastroenterol Motil 2021; 27(1):19-34
https://doi.org/10.5056/jnm20149

La Guerra de las Galaxias: tú y tus bacterias, aliadas contra un gran virus

Similar a la guerra de las galaxias, pero en un universo más cercano y microcósmico, diferentes elementos,
reacciones bioquímicas y microorganismos, luchan día a día por conservar el equilibrio y la fuerza vital de nuestro
organismo.

Nuestro cuerpo cuenta con un ejército de defensas que siempre está listo para resguardarnos frente a los agentes
que comprometen la salud. Y en época de guerra, los sistemas complejos de nuestro organismo se van preparando
para la batalla en contra de una posible invasión.

Cuando los soldados del cuerpo reconocen un microorganismo patógeno, saben qué estrategias utilizar para
atacarlo. No obstante, cuando es un enemigo desconocido, no siempre tienen los recursos para eliminarlo
fácilmente, aunque sí para combatirlo y debilitarlo.

La lucha se libra entre dos fuerzas, triunfando el más resistente.

Para enfrentar la pandemia del coronavirus necesitamos fortalecernos, potenciando  los elementos que nos
defienden, incluidos los 100 billones de microorganismos que pueblan los rincones de nuestro cuerpo, conocidos
como microbiota humana. En conjunto, esta microbiota forma un ecosistema que participa ya sea directa o
indirectamente, en todas nuestras funciones metabólicas, anímicas y muy importante, inmunológicas.

¿Qué microorganismos viven dentro de nosotros? Bacterias, virus, hongos, y arqueas. Sobresaliendo por su
diversidad, abundancia e impacto: las bacterias. La mayor parte de estas se encuentran en el intestino y junto con el
sistema inmunológico, inhiben a los microbios dañinos, evitando que provoquen estados de enfermedad. En parte
esto es posible porque nuestros aliados, cuando están en equilibrio y saludables, reconocen a los agentes enemigos
y los pueden combatir y expulsar.

En el caso del coronavirus, la contienda se vuelve más incierta porque la complejidad reside en que es un virus que
el cuerpo no reconoce todavía, por lo tanto, no ha desarrollado los anticuerpos necesarios. En este caso, la mejor
estrategia para el contraataque involucra a un gran equipo de defensa: una microbiota saludable.

Pero ¿en qué consiste tener un grupo de microorganismos sanos? Aunque cada perfil de microbiota es único y
diferente, una de las características que permiten medir su salud es la diversidad. Una adecuada diversidad implica
tener muchos grupos de bacterias distintas y que estén en abundancias proporcionales. Es decir, y volviendo a
nuestra analogía de la guerra galáctica, mientras más diversa sea la microbiota, se contará con una mayor variedad
de aliados, como lo son los soldados, generales, tenientes, y si es posible muchos Jedis. El equilibrio producido por
una buena diversidad va a ser clave como sistema de protección. De lo contrario, un desequilibrio en las
proporciones de bacterias produce permeabilidad intestinal e inflamación, reduciendo la efectividad del sistema
inmune para protegernos del potente virus.

En un ambiente perturbado, el sistema de defensas estará enfocado en resanar lo que está dañado y distraerá
recursos para protegerse de un adversario nuevo. Pero, cómo en cualquier guerra, un buen armamento es
importante para ganar la batalla, y en este caso los antiinflamatorios como la cúrcuma, el gengibre o la canela, y los
antivirales como lo son el ajo, la cebolla morada, la plata coloidal, el agua y el aceite de coco y en si los
potenciadores del sistema inmune y los alimentos antioxidantes, son las mejores armas para optimizar las funciones
de la microbiota y obtener una correcta salud intestinal, que aunados a una buena hidratación, actividad física,
sueño restaurador, adecuada oxigenación, suplementación y un organismo relajado logran ser un escudo infalible.
Generar energía, crear moléculas antiinflamatorias, sintetizar vitaminas y compuestos antioxidantes, absorber
minerales y convertir nutrimentos alimenticios en compuestos necesarios para los procesos inmunológicos, son
funciones indispensables para contar con un organismo listo para luchar.

Para fortalecer tu ejército de defensas, necesitas proporcionarle su alimento preferido, la fibra. Los prebióticos son el
alimento por excelencia de las bacterias intestinales. Por otra parte, para colonizar con nuevas bacterias debemos
incluir diversos fermentados en la alimentación diaria, ya que contienen cientos de bacterias probióticas en forma
viva. También puedes suplementarte con probióticos de una alta diversidad de cepas.
Claramente no son tiempos fáciles, tenemos que poner en marcha todas las medidas preventivas posibles y evitar a
toda costa los agentes pro-inflamatorios que debilitan el cuerpo y a las bacterias que habitan en él, como: aditivos
químicos, alimentos procesados, azúcar refinada, alcohol excesivo, tabaco, sedentarismo, mala calidad de sueño y
estrés.

Lo anterior es prioritario, como un abordaje de emergencia para cuidar nuestra salud física. Un cuerpo débil, corre
mayor riesgo. Una energía disminuida, tendrá menos fuerza para luchar. Pero una mente cansada, no resiste la
batalla.

Y para esto también las bacterias son tus mejores aliadas. Parte de sus funciones es convertir los alimentos en
sustancias que ayudan a liberar neurotransmisores como serotonina y GABA, asociadas a un mejor estado de
ánimo, a reducir el estrés, a tener un enfoque más positivo y a enfrentar mejor la ansiedad. Con una mente enfocada
podemos llevar la vivencia todavía más lejos, pues es cierto que estamos en guerra y no solo en contra de un virus,
también se libra una batalla de actitud ante la vida.
Hoy más que nunca, debemos dirigir los esfuerzos a proteger nuestra salud, depurar y nutrir nuestro cuerpo,
combatir la negatividad e integrar la experiencia vivida. Si tenemos la capacidad de conectar con nuestro interior,
todo lo que suceda afuera puede aportarnos una enseñanza, darnos claridad sobre la manera en la que
reaccionamos y sobre los recursos que tenemos para enfrentar un mundo eternamente cambiante.
Recuerda que las creencias impactan la forma en la que vivimos la realidad. Donde se pone la intención se
manifiesta la energía. Observa qué tipo de pensamientos, emociones y sentimientos te detona lo que estamos
viviendo. Porque ahí habitan muchas de las pautas para tu crecimiento, tu evolución personal y para enriquecer tu
sentido de vida.

Las crisis son por excelencia el agente de cambio más importante. A pesar de las pérdidas y el dolor, la guerra
también tiene sus virtudes. Quizá debamos confiar en que el planeta tiene sus propias formas de protegerse,
depurarse, nutrirse, combatirse e integrarse, por su bien y, a largo plazo, por el bien de todos los seres que
habitamos en ella.

Como personas y comunidad, en nuestras manos está la capacidad de vencer esta batalla física, mental y
emocional, y así restaurar el bienestar de todos.
Que la fuerza esté contigo y con tus bacterias.

 

Microbiota en la lactancia: ¿leche materna o fórmula?

(…)In all beginnings dwells a magic force
For guarding us and helping us to live.

Stages, Hermann Hesse

Una mamá transmite parte de su ser a través del microbioma. De hecho, este es uno de los
muchos mécanismos mediante los cuales protege la vida y el bienestar de su bebé.
Actualmente se sabe que existe una estrecha relación entre la microbiota intestinal de un bebé y la
microbiota de la leche materna. Se ha demostrado que los microorganismos de la leche materna
pueden sembrar directamente una parte importante de la microbiota intestinal del lactante.
Saber esto, ha provocado que varios investigadores se pregunten sobre el impacto real de la
lactancia materna contra el uso de fórmulas comerciales, en la composición de la microbiota de los
recién nacidos.

¿Es igual la microbiota de mi bebé si lo alimento con fórmula o leche materna? La respuesta es no.
Los estudios han demostrado que el primer año de vida es fundamental para el desarrollo de la
microbiota intestinal de una persona. Al nacer se tiene una baja diversidad microbiana, pero la
composición se vuelve más amplia entre el primero y el segundo año de vida, asemejándose cada
vez más a la microbiota de un adulto. En este periodo inicial la leche materna representa el
elemento principal para la modulación de las características de la microbiota intestinal del bebé, no
solo por ser una fuente ideal de nutrimentos, sino también por contener microorganismos que,
mediante factores del sistema inmunológico innato, promueven estados óptimos de salud.
La presencia de microorganismos vivos hace que la leche materna tenga efectos superiores sobre
la integridad de la barrera y las defensas de la mucosa del tracto intestinal, en comparación con las
fórmulas.

Un dato curioso es que los bebés alimentados exclusivamente con leche materna tienen una
diversidad baja durante los primeros tres meses. No obstante, esta última aumenta
significativamente a partir de los seis meses (mucho debido a la introducción de alimentos sólidos).
En esta fase inicial del desarrollo de la microbiota, la baja diversidad no es un indicador negativo.
Se trata de una diversidad controlada, probablemente vinculada a una predominancia de
Bifidobacterias de tipo infantil, la cual fomenta la maduración del sistema inmunológico y reduce la
incidencia de infecciones.

Es importante tener en mente que la microbiota de cada persona tiene características específicas
dependiendo de sus necesidades individuales y de la etapa de vida en la que se encuentre. Los
hallazgos en adultos no pueden inferirse a bebés, ya que el ecosistema microbiano y el sistema
inmunológico de los bebés son bastante diferentes al de los adultos.

Por ejemplo, algunos investigadores han observado que Bifidobacterium representa el 40-60% de
la microbiota fecal de un recién nacido de 2 semanas, lo que aporta:

· Modulación del sistema inmunológico.
· Producción de vitaminas.
· Señalización de síntomas de dermatitis atípica en lactantes.
· Disminución de infecciones por rotavirus e intolerancia a la lactosa en niños.
· Mejor respuesta inmune a vacunas.

Con cada nuevo descubrimiento sobre nuestro cuerpo cambia, entre varios aspectos, nuestra
perspectiva con relación a la maternidad y su planeación.

Los hallazgos recientes sobre la microbiota humana vienen a reafirmar un principio clave de este
último proceso. La primera práctica necesaria para proteger el desarrollo físico de una futura hija o
un futuro hijo, consiste en aumentar los niveles de salud generales de la mamá, dentro de lo que
se debe incluir el mejorar el equilibrio de su microbiota intestinal.

Nutrióloga, Regina de la Regata
@regina.delaregata

FUENTE:
Ma, J., Li, Z., Zhang, W. et al. Comparison of gut microbiota in exclusively breast-fed and formula-
fed babies: a study of 91 term infants. Sci Rep 10, 15792